sábado, noviembre 06, 2004

Las patrias transversales IV

Pedro come en silencio. Sobre la destartalada mesa sólo hay tortillas recién hechas, un plato de frijoles, un molcajete con picante y un vaso de agua. En el fogón de la esquina opuesta, en ese pequeño cuartucho con piso de tierra, está su madre. Entre los huecos que dejan las viejas tablas que mal resguardan el espacio en que come, Pedro contempla la llanura que se extiende hasta unirse, tras una pequeña loma, con el cielo todo azul sol. Únicamente se escucha el rítmico palmear de su madre al echar las tortillas.

– ¿Por qué no quiere irse conmigo a Monterrey? – pregunta de pronto.

– No, m’hijo, allá hay mucha gente, me perdería, no sabría qué hacer. Sería una carga para ti.

– Pero aquí no hace nada, ma.

– Me gano la vida haciendo de comer al jefe de estación y a veces a los del tren. Don Lencho es bueno; me paga bien por lavar su ropa y limpiar su casa. No pide más.

Pedro termina de comer en silencio. Sabe, muy adentro, que su madre nunca abandonará a sus muertos, ni a su pueblo, perdido entre polvo, viento, cactos y agaves. Se levanta, deposita un beso con afecto en la mejilla de su madre que se hurta al gesto, no acostumbrada a ese tipo de caricias.

– Voy con el profe Juan. Regreso en un rato.

– No te emborraches mucho – dice la madre por decir algo.

*****

A la misma hora, el Güero de la Garza termina su comida rápida en un Burguer King; ganó la rifa y no le toca pagar comida; tendrá más dinero para la fiesta nocturna.

– Ni creas que te salvas de pagar tu cena – le dice uno de sus amigos. "Y de pagar también la de María Fernanda" piensa el Güero.

– Antes del cine vamos a comprar los regalos de Mauricio – dice alguien.
El Güero deja una generosa propina y sale con todos. Le abre a su novia la puerta del auto y contempla con gusto el muslo de María Fernanda cuando su fino vestido resbala al abordar el coche.

– Acompáñame a la butic.

– Claro – y piensa en la aburrida que se dará mientras ella se busca el vestido con que irá a la cena de cumpleaños. Después irá a buscar el regalo del festejado. "Comprar para él no será tan aburrido", se dice, y su imaginación lo lleva a buscar entre las corbatas importadas que comprará, para que hagan juego con sus camisas nuevas. "¡Qué fastidio que en ese restaurate pidan corbata".

(Pausa dramática – por el drama del que quiere escribir y no encuentra las palabras. – ¿Habrá continuación a esto?)

2 Comments:

Blogger Gaddira said...

cada hombre es su propia patria...

7 de noviembre de 2004, 12:35 p.m.  
Blogger Gaddira said...

... te iba a dar un besito y se me escurrio entre los labios al suelo sin querer... aqui te lo dejo, un beso cuidate

7 de noviembre de 2004, 12:36 p.m.  

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