viernes, diciembre 10, 2004

La vida que fue (¿Qué pasó con la campana?)

El niño que quería tocar una campana se hizo monje. Bueno, monje de clausura y eso no; sacerdote tampoco. En aquella época se decía, "entró a una congregación religiosa". Por los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, existían en la iglesia católica – existen aún – costumbres muy cercanas a las monacales. Después de cuatro años de preparación, recibió los hábitos – sotana y demás parafernalia – e inició el noviciado para, al fin del mismo, hacer votos de pobreza, castidad y obediencia.

¿Por qué cambió la campana por sotana? En vez de monaguillo que repica ¿quería ser quien lo hiciera repicar? No, nada de eso: quería salvar su alma, en cuya existencia creía en aquel momento.

Tiempo después descubrió que el que debía salvarse era el ser humano real; salvarse de las asechanzas de esta sociedad real, aquí y ahora.

Más tiempo tardó en darse cuenta que quien tiene que salvarse del individualismo feroz, del yugo del mercado, de la enajenación, es cada quien, pero no puede hacerlo solo, si no formando una nueva sociedad con los desheredados de amor, de solidaridad, de oportunidades colectivas. Se descubrió solo – o casi – navegando en una piedra por los mares del mundo globalizado. Sin campana, pero con anhelo de tañer una muy grande.