lunes, diciembre 20, 2004

Monclova

Hace veinticinco años llegué a Monclova, persiguiendo fantasmas, apenas esbozados en una lista que se fue haciendo polvo en mis manos.

De la nada de aquellos nombres se fue formando un grupo de obreros y campesinos luchadores. Un año y ocho meses después los vientos de los tiempos me llevaron a otros rumbos.

Veinticuatro años más tarde regreso a Monclova, nuevamente a perseguir fantasmas. Ahora sus nombres no están escritos en papel revolución, sino sólo en las imaginarias y mucho más transparentes páginas de la memoria. En papel, sólo el teléfono de uno de ellos.

Si antes perseguí fantasmas y encontré hombres decididos a luchar contra la enajenación, el engaño, la explotación, poco impide que las sombras del pasado vuelvan a materializarse y me permitan barruntar el tortuoso camino que nos ha llevado al desierto de la lucha social en que ahora vivimos.

Tres fantasmas ya han tomado forma.
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(Pergreñado en Monclova, Coahuila, ciudad donde se encuentran, en medio de un desierto, los altos hornos acereros más importantes de México)