Monclova
Hace veinticinco años llegué a Monclova, persiguiendo fantasmas, apenas esbozados en una lista que se fue haciendo polvo en mis manos.
De la nada de aquellos nombres se fue formando un grupo de obreros y campesinos luchadores. Un año y ocho meses después los vientos de los tiempos me llevaron a otros rumbos.
Veinticuatro años más tarde regreso a Monclova, nuevamente a perseguir fantasmas. Ahora sus nombres no están escritos en papel revolución, sino sólo en las imaginarias y mucho más transparentes páginas de la memoria. En papel, sólo el teléfono de uno de ellos.
Si antes perseguí fantasmas y encontré hombres decididos a luchar contra la enajenación, el engaño, la explotación, poco impide que las sombras del pasado vuelvan a materializarse y me permitan barruntar el tortuoso camino que nos ha llevado al desierto de la lucha social en que ahora vivimos.
Tres fantasmas ya han tomado forma.
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(Pergreñado en Monclova, Coahuila, ciudad donde se encuentran, en medio de un desierto, los altos hornos acereros más importantes de México)
(Pergreñado en Monclova, Coahuila, ciudad donde se encuentran, en medio de un desierto, los altos hornos acereros más importantes de México)
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