Pasado-presente
El pasado es eso: pasado. La ilusiones de viajar al pasado son eso: ilusiones. Pero en el presente está el pasado, vivo, actuante, como piedra en el riñón, como tumor que duele, o como piedras que cimientan el edifico que habitamos, como partes de las columnas que forman la estructura del hogar que hoy vemos.
Tras perseguir fantasmas, encontré viejos amigos y antiguos compañeros de trajines y luchas. Todos somos hoy muy diferentes, pero el pasado lo llevamos indisolublemente unido a nuestras vidas. Mucho me dejó el viaje, donde encontré, no podía ser de otra forma, el presente de una ciudad que ha crecido y hombres ya viejos que siguen construyendo sobre lo que hicieron hace años.
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Regresé y la modernidad me esperaba en casa, pareciera que con enojo. El chunche en que ahora escribo estaba enfermo de viruela, sarampión, poliomielitis.
Espero que no de SIDA.
Mis hijos me dijeron: "tiene virus".
Es claro que las computadoras están muy por debajo de los seres vivos, que se protegen solos de los virus; si son de gripe o tosferina los eliminan en una semana; si son de rabia o de viruela negra mueren. La computadora simplemente se trababa: no estaba ni muerta ni viva, simplemente no hacía nada, mas que mostrar una cara impasible, la misma cara de siempre: una fotografía de Ixmiquilpan con muchos iconos – ¿así se dice? – que no respondían ante ningún pellizco.
Tuve que ejercer de curandero, más parecido a brujo o chamán que a doctor o cirujano. Tras hora y horas – no es metáfora – de intentar variados y repetidos ensalmos; después de múltiples limpias y sahumerios, todos ellos inútiles, consulté a un facultativo enterado en el asunto. Me recomendó un camino que me llevó a curar a la máquina – háganme el favor, ahora "curamos" máquinas – sin necesidad de "formatear" el disco duro, lo cual me aterrorizaba, pues se perderían no sólo cosas mías, si no de toda la familia.
En fin, otra vez utilizo este gran lápiz , que además es espejo, carta, sobre y en ocasiones pretende también ser libro ( ¡ya quisiera esto último, señor Bil Gueits! ).
Al terminar de pergreñar esta líneas volveré a incursionar por las ondas etéreas en los blogs que me escriben las personas que aprecio. Disculpen si me apropio sus escritos: sé que son suyos, los escriben para sí y generosamente los comparten con quien quiera leerlos, así, los escriben para mí.
Gracias, y me voy a leerlos.