miércoles, octubre 27, 2004

Desiertos y desiertos

Alguien me dijo por escrito, entre otras cosas: "Deseo pasar una noche en el desierto". En ese momento recordé, al norte de esta tierra de volcanes, mis amados páramos de Nuevo León: la tranquilidad, el silencio, la soledad, las estrellas contempladas como nunca se ven en la ciudad, la cercanía de los petroglifos de mis antepasados indígenas, los coyotes merodeando, al igual que las zorras del desierto, o tal vez algún reptil.

Recuerdo los desiertos en los que he dormido y nacen leves rumores que se extienden, temblando, de la boca del estómago a todo mi pecho. Pero ¡qué diferente es el desierto de las letras! La hoja en blanco o con pocos y deshilvanados garabatos, las palabras ausentes, una pluma solitaria, las ideas pugnando por romper murallas sin encontrar caminos ni veredas. Todo gris y el deseo de llegar, no sabiendo a dónde, y la sed de gritar sueños y la garganta insolada carente de la sombra de una letra y los dedos inmóviles y los ojos sonámbulos y.

Si alguien me lee, le debo continuaciones. Seguiré buscando una salida para llegar ¿a dónde?

miércoles, octubre 20, 2004

Las patrias transversales III

Mientras Pedro camina hacia la construcción de adobe y techo de lámina de cartón, de sólo dos cuartos, en la que vive su madre, en Querétaro el Güero de la Garza sale del lujoso gimnasio del Tec de Monterrey. Camina por prados arbolados y todos ellos verdes, el pasto perfectamente recortado. Se dirige a su cuarto, en la casa para alumnos que está dentro del campus. Estudia comercio internacional. Hace un año lo corrieron de la matriz del Tec, por un asunto nunca aclarado de faldas y alcohol, en el que tuvo poco que ver. Su padre logró que lo admitieran de nuevo en el campus de Querétaro de la misma institución, gracias a sus contactos y a su dinero.

– ¡Bah! – exclama al entrar a su cuarto – Dejé otra vez prendida la laptop.

Apaga la televisión, que también olvidó prendida, abre la caja fuerte y piensa: "Sólo me quedan tres mil pesos. Tendré que pasar por el cajero del banco, por si la seguimos en la tarde."
Se sienta ante la cómoda mesa de trabajo y consulta en su portátil las cotizaciones internacionales del café. Busca datos sobre el ixtle de lechuguilla y pasa la vista distraídamente por otras páginas con datos de finanzas internacionales. Su mente, hoy sábado, vuela entre cosas diversas: "Qué bueno que vamos a ver Troya, así me ahorro leer la Iliada y puedo dedicar más tiempo a mi tarea de comercialización del café o del ixtle."

"Tengo la vida resuelta, el café, y más el ixtle, son novedades en estos lares, me hacen exclusivo. María Fernanda está muy bien, aunque no tiene la clase de las de Monterrey, por más que viva en el Campanario. Tengo que echarle ganas para terminar la licenciatura aquí, pronto y bien. Así me iré a hacer la maestría en los Iunaites. En Alemania compran ixtle, pero está cabrón aprender el alemán."

Entra al baño, maniobra cuidadosamente con las llaves de la regadera para que el agua esté a la temperatura ideal y toma una ducha caliente en la que se demora, disfrutando del suave cansancio que le dejó la gimnasia y el alivio del agua que corre por su piel. Piensa en los jacusis que hay en los hoteles de su padre, que heredará, como hijo único que es. "El hotel de Laredo no tiene tanta clase, pero se puede mejorar. ¿Para qué? Mejor nos unimos a una de esas cadenas internacionales. Papá tiene razón: hay que asociarnos con los gringos."

Se pone ropa de discreta elegancia, toda de marca; apaga la compu; revisa que la alcoba esté en orden: la caja fuerte cerrada, igual que todos los cajones, en uno de los cuales guarda la laptop, y sale a disfrutar de la vida con sus amigos.

(Continuará)

lunes, octubre 18, 2004

Las patrias transversales II


El viejo camión, destartalado, avanza dando tumbos por el camino reseco. La temperatura exterior, a la sombra, ronda por los treinta y ocho grados. En el autobús, si así puede llamarse el trasto en el que viaja Pedro, la temperatura bien puede lindar con los cuarenta grados. El poco aire que admiten las ventanillas, las que aún pueden abrirse, entra como si saliera de la boca de un horno. Pedro dormita bañado en sudor y polvo. Las gotas que transpira, al escurrir por su frente, trazan viborillas de lodo, dándole un aspecto extraño. Un movimiento brusco del camión, al brincar un hoyanco, despierta a Pedro. La cercanía de su pueblo natal termina por despabilarlo. A lo lejos se ve Paredón, con su viejísima estación de ferrocarril, que parece pieza de museo en medio de la nada del desierto. Paredón es un pueblo fantasma. Si no fuera por los trenes de carga, que de vez en cuando se detienen en él para intercambiar vagones, en el otrora entronque importantísimo, donde se cruzan las vías que van, una de Monterrey a Piedras Negras, otra de Saltillo a Nuevo Laredo, el pueblo habría desaparecido hace tiempo. Pedro nació ahí en 1981. Ahora vive en Monterrey, en una colonia marginal, trabajando como albañil, cuando encuentra empleo. No se ha casado, pues sabe que con lo que gana no alcanza a sostener una familia. Hoy va a abrazar a su avejentada madre que llora la pérdida temprana de seis hijos, y podrá platicar con su nuevo amigo, Juan Hernández, muchacho de escasos diez y siete años, que da clase a ocho alumnos del lugar, pagado por el CONAFE.

Pedro tiene cinco años más que Juan, pero lo admira como a pocos. El joven maestro hace ocho meses terminó su preparatoria en Monterrey y dará clases en esta equina de México durante dos años, para que los próximos cinco tenga una beca modesta con la cual pueda seguir estudiando. Pedro apenas llegó a tercero de primaria, pero en los últimos cinco meses ya leyó dos libros completos, sin monitos, que Juan le prestó con riesgo de perderlos. El primero hablaba de un detective privado que buscaba a Zapata, allá por los años ochenta del siglo XX, porque le dijeron que aún estaba vivo. El segundo no lo ha entendido muy bien, pero lo emociona hasta las lágrimas. Habla de un tal Pedro, como él, de apellido Páramo. Ya lo leyó una vez, pero el tal Rulfo escribe muy revuelto y Pedro necesita platicar del libro con el maestro Juan. Quiere entenderlo porque lo único que sabe es que el tal Rulfo describe poblaciones iguales a su Paredón y pinta paisajes como los páramos que lo rodean. Sospecha, tan sólo sospecha, que los personajes del libro también se parecen a los de su pueblo.

Un frenón y el camión ya llegó al pueblo. La nube de polvo que lo seguía lo ha envuelto al detenerse. Pedro desciende.

– Nos vemos mañana – le dice el chofer.
– Quién sabe, güey. De repente no regreso mañana, porque pienso irme p’al norte. Regrésate con cuidado.

(Continuará)

domingo, octubre 17, 2004

¿Sólo vivo los domingos?

¡Qué susto!
Hoy me doy cuenta que tal desgracia me acecha.
No es posible que nada más los domingos grite mis sueños.
¡Y peor si ni en domingo los puedo vociferar!
No sé cómo decir lo que me oprime el pecho. No sé cómo dar velocidad a mi sueño. No sé cómo hacer soñar a otros en lo mismo.
Aunque sé que muchos tienen la misma pesadilla .
Quiero ir, aunque no sepa bien a dónde, pero no camino.
¿Añadiré unas líneas a este chunche entre semana?

domingo, octubre 10, 2004

Departamento de quejas (soy pirata, no lo niego)

Soy bastante inconsecuente: casi no he escrito en este medio etéreo por estar haciendo un programa de cómputo que pensaba vender para atesorar un poco.
Ya casi lo termino y no lo voy a meter al circuito de producción capitalista. No sé si sirva o haya sido un ejercicio ocioso. En todo caso no permitiré que ese trabajo rompa viejas amistades.

Las patrias transversales

¿Todavía tenemos patria?
¿Existe algo que podamos llamar "NUESTRA NACIÓN"?
¿Somos parias en un mundo que ya no nos pertenece?

No, yo creo que no, aunque cada día haya menos "patrias" que nos puedan dar una nacionalidad.

Desde mi esquina, que otros quieren convertir en rincón para tenerme, obvio, arrinconado, veo que lo que era mi patria se está partiendo en dos. Como balsas de piedra, se separan cada día las dos porciones. En verdad ya no hay nada que nos una a los de allá y a los de acá. Pero de pronto descubro que podemos formar una patria transversal. La patria de los que no aceptamos el hiperindividualismo, la apología del empresario, al acto de consumir como máxima labor humana, la privatización a ultranza, la deslegitimación de las formas sociales y colectivas de producción y existencia. La patria de los que preferimos escribir en ningún lado en vez de estar acumulando capital, que nos negamos a la eficacia para poder hacer teatro o algo sin valor en el mercado, que expresamos lo que somos, lo que sentimos y lo que queremos, con el único afán de ser un poco más humanos y compartir, en lugar de atesorar.

¿Cuál será la velocidad de mi sueño?

P.D.: Pirateo frases completas, pero sé que los pirateados no se van a enojar, porque estamos en lo que puede ser nuestra patria transversal.
Este pegote es un fusil. ¿Servirá ese fusil como arma contra nuestros enemigos?

domingo, octubre 03, 2004

Murmullos

Ayer – sábado 2 de octubre – estaba leyendo el periódico y me encontré un largo artículo de Marcos, sí, el del EZLN.

Su última frase me impresionó fuertemente. Textualmente dice: "Vale, Salud, y que el griterío de arriba no impida escuchar el murmullo de abajo."

Hoy, nuevamente, encontré un artículo de Guillermo Almeyra, "Las burbujas y el hervor", que habla de algo similar, sin llamarles murmullos.

No es pues mi imaginación la que se ilusiona creyendo oír campanas lejanas que siguen repicando y aumentan su llamado.

Si el lunes pasado no oía los murmullos es porque el gritería de arriba me impedía escucharlos; y por mi sordera y distracción crónicas.

Despertemos al campanero que desde los seis años quería unir su llamado al del hombre del pueblo que convocaba a una limpieza general.

¡Que el murmullo se vuelva palabra inteligible!, ¡que las palabras se unan para convertirse en grito!, ¡que entre todos le demos velocidad a nuestro sueño!, a ese sueño que, como Marcos, tampoco sabemos cuál es su velocidad.


Nota en clave (para un Ángel): El comentario a "La vida sigue" del 27 de septiembre que dice "Él", no es de él. Por vericuetos de las ondas hertzianas salió con esa señal en vez de "Le_Fou", que es el verdadero autor.